lunes, 21 de diciembre de 2009

Renovación de contrato


Cada día renovamos un contrato con la vida. Todos lo hacemos. Sólo que generalmente no reparamos en ello.



No somos conscientes a ese instante fugaz de transición que existe entre el sueño y la vigilia, a ese instante en que decidimos comenzar a vivir un nuevo día y en el que apostamos a que podemos ganarle la partida a las siguientes 24 horas, con todas las vicisitudes que nos esperan.



Salir de la cama, estirar las piernas y brazos como realizando un toque de diana a nuestro cuerpo para que también despierte a la llamada del nuevo día. Cumplir con nuestros más amados hábito, esos de los que no nos desprendemos por nada en el mundo, porque nos brindan seguridad y cobijo, son nuestras rutinas diarias.



No necesito pensar para estirar el brazo y alcanzar el frasco de homeopatía, colocar un gotero entero debajo de la lengua (ya conté que son 20 gotas), eso me da la seguridad de que por ese día controlaré mi colesterol, mi calcio y si aparece, también la ansiedad. Cepillar con fuerza mis dientes al mismo tiempo en que corre el agua caliente por mi espalda me asegura ganar unos minutos para poder disfrutar de un aromático café antes de salir corriendo hacia el trabajo al mismo tiempo en que voy colgando en mis hombros la cartera, la matera, la vianda con el almuerzo... en fin, más y más rutinas.



Pero hoy mi reflexión es para ese instante en que renovamos el contrato diario. No importa si creemos en Dios, Ala, Buda, si somos agnósticos o ateos o lo que inventemos que queremos creer que somos. Lo que importa es que en ese instante decidimos vivir un nuevo día. Es ahí donde decidimos adornar, construir, destruir, posponer o adelantar alguno de nuestros mas caros sueños o proyectos.



Por eso mañana cuando me toque renovar mi contrato, cuando realice la primera inspiración consciente y antes de tomar mi homeopatía, escribiré con letra grande para no dejar de recordarla en las horas siguientes, que mi compromiso es disfrutar del camino, del tiempo entre descanso y descanso, porque la vida me ofrece una nueva oportunidad para hacer que mis horas sean dignas de ser vividas.



Seamos conscientes, de que toda la vida es un regalo, que no somos físicamente eternos y de que lo importante es la verdadera esencia de las cosas y no su apariencia. Sin olvidar de que es posible que no tengamos la posibilidad de volver a firmar un nuevo contrato al día siguiente. Por lo tanto es importante quenos quitemos la venda que nos ciega en el camino, que el respirar, sonreír, contestar, pedir, escuchar, sea un verdadero acto consciente y voluntario, para que al final del día al poner el punto y coma del merecido descanso, una sonrisa secreta al estilo mona lisa se nos escape y podamos decir.. "no me arrepiento de nada".



Mirian



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