domingo, 11 de octubre de 2009

Un canto a la vida



Un canto a la vida, un canto al amor, la más amada, latía dentro mío con ansias de crecer, allí anidaba juntando fuerzas para un porvenir más que venturoso.
Te aguardaba con ansiedad, pasaban los meses y tu presencia se hacía esperar, una espera que sólo tenía un fin, amarte cada día más. Ese fue el motivo de tu nombre, ese que iba a ser el que te marcaría por toda tu existencia futura.
Tus movimientos me anunciaban tu inquietud y tu energía, mi belleza era la transmisión de la tuya y mis antojos delataban tu espíritu inquieto y travieso.
No te hiciste esperar, llegaste a la fecha convenida, una tarde luminosa de fin de verano, empujaste con brios para respirar tu independencia, y llegaste sin un llanto para reposar sobre mi pecho, buscando con tus ojos cristalinos los míos, observando el nuevo mundo al que llegabas, curioseando todo a tu alrededor, entre maravillada y sorprendida, para volver a fijarte en mí, y desde ese mismo instante ambas supimos que nuestra vida ya no tendría vuelta atrás, que tendríamos mucho para compartir, para enseñarnos mutuamente, para crecer y evolucionar en un mundo que discurriría paralelo a nosotras.
Te acuné entre mis brazos y sólo lloraste cuando otros te apartaron de mí, te midieron, pesaron y te arroparon para devolverte al seno del cual habías partido.
Durante horas, me perdí en el mar profundo de tus ojos por entonces de un color turquesa, y que más adelante se transformarían en un amarillo intenso, tan luminosos que competirían con el brillo del mismo sol.
Tu infancia transcurrió feliz y sin apuros, entre juegos, sueños, canciones, cuentos infantiles que llenaban tu imaginación y empezaban a formar parte de tu personalidad.
Pero no todo fue alegría en tu crecer, pronto llegaron las crisis, los dolores, las perdidas y la incertidumbre de encontrar tu camino. Una etapa más que dolorosa para las dos, yo que no sabía como apoyarte y al mismo tiempo sintiéndome victima y culpable de tu desaciertos, tú sumida en las más profundas de las crisis por las que un ser humano pueda pasar, sumida en las trampas que tu propia mente creaba, suplicando ayuda que al mismo tiempo rechazabas, buceando en las marismas más turbias hasta ahora conocidas.
Pero al mismo instante de tocar el fondo más oscuro de tu abismo, encontraste esa energía y fuerza de la que estás hecha, resolviste que querías vivir y no morir, comenzaste a desandar el camino para recuperar lo perdido, renaciste como el ave Fénix de sus cenizas, renaciste como la canción de Eva Perón, para hacerte cargo de ti misma y crear una vida plena y digna de ser vivida y recordada.
Esa experiencia nos unió aún más, hoy somos amigas, somos madre e hija, somos dos mujeres que no dejan nunca de soñar que existe un mundo en que todo es posible, que reímos como niñas, que lloramos con el alma cuando una tristeza nos nubla el presente, que peleamos por nimiedades, pero que no dejamos de luchar por aquello que nos parece nos merecemos y queremos para nosotras.
Doy gracias a la vida por compartir esta existencia contigo, aún hay mucho por vivir, aún nos queda mucho para crear, un mundo repleto de experiencias y un futuro que ambas vamos a trazar, muy despacito, saboreando con una cucharita pequeña como un postre que no deseamos que se termine, con compasión, sí porque somos dos mujeres con- pasión dispuestas a vivir y no a sobrevivir. Sabiendo que unidas podremos pasar las tormentas por venir, tormentas que toda vida contiene y que es a través de ellas que crecemos y nos hacemos aún más fuertes.
Hoy la casa ríe cuando estás, cada rincón se llena de música con tu presencia y hasta la propia Venus envidia tu belleza sin igual.
Hoy éste es mi canto a la vida, es mi canto a la más amada.
Gracias por haberme elegido y honrado con ser tu mamá.

Mirian.: tu mamá.

1 comentario: